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viernes, 4 de mayo de 2007

Y más allá de abril ( también)

Otro rezaba:

 

Qué me mirases

 

Qué me mirases,

qué me mirases,

y contendieras al calor de un beso en un sueño.

 

¿Qué te digo? ¿Qué te digo?

Esas críticas van y vienen.

Nuestros hijos, nuestras madres,

nuestros lirios...

 

¿Qué te digo? ¿Qué te digo?

Qué me mirases.

¡Desecha el hielo, desecha la caída de tus pestañas!

Qué me mirases, qué me absorbieras, que me obligaras.

 

¡¿Qué te digo?!

Qué me mirases, que me llamaras.

Qué rompieses mi espacio personal con tu pequeño abrazo.

Qué me mirases, que me llorarás.

 

¿Qué te digo?

He armado de nuevo un escenario,

para ti, para mí, para nosotras.

Creo que en el presente he vuelto a tener miedo.

 

¡¿Qué te digo?!

No, lo que me conduce a ti no es la nostalgia,

es más el refugio de aún no querer comprender lo que me pasa.

 

Pequeña..., pequeña..., es que... ¿cómo te lo explico?

Pequeña, aquí dándole vueltas al asunto...

Llorando los días pasados, deseando poder repararlos.

 

Pequeña, lo siento... lo siento... ¡lo siento!

Qué me mirases y volvía a la agonía -¡lo juro!-

Qué me mirases... ¿y qué te digo?

¿"creo que ahora soy feliz"? ¿Así?

 

Septiembre 2005 

 

 

Después de abril ( y no durante)

Uno de tantos iba así:

 

Silencio.

 

 

Silencio... detrás de la mentira,

detrás de mis ojos aún no abiertos,

detrás de la tardanza.

 

Silencio, el que falto la noche de septiembre,

la víspera de incertidumbre.

La lumbre que arraso con la entrañas...

 

Silencio, detrás de la mentira,

detrás de la sonrisa

que por adeudo regalas.

 

Silencio, detrás de tu partida,

detrás de mi llegada,

detrás, detrás, detrás.

 

Silencio, detrás de tu camino,

detrás de ésta, mi muerte...

detrás...

 

¡El viento hoy no respondió!

No respondió...

¿Responderá mañana?

 

Marzo 2005