Después de muchos años de añoranza fallida me sumergí en un luto necesario: soñar insistentemente en algo que no sucedería era desgastante, así pues con dolor y resignación a cuenta gotas acepté que no podría ser madre.
Me ha sido difícil explicar cuán sorpresivo fue entonces mi embarazo y cuán mágica me resulta Trei: parece ser de otra dimensión y haber sido enviada tras revisar (por seres superiores) mi deseo incontenible de ser madre. Con todo ha sido difícil creérmela, porque en el luto ya había aceptado mi incapacidad para un embarazo y Julieta también se creía estéril, todo lo indicaba...
Ahora estoy llena de extrañeza, miedo a perder o despertar, miedo a no darle lo que había planeado darle a un hije, miedo a que se me caiga o lastimarle, a ser insuficiente, a no estar eligiendo para ella lo que le es más conveniente. Pienso que todo este miedo se debe a que ya me había resignado y todos los planes que ya había desechado se han borrado completamente de mí, aunque sinceramente pienso a veces que estoy sacando estos miedos para evitar caer en el cliché este del que dicen que “nadie te enseña a ser padre”.
Ergo, aquí estoy, un poco perdida, con poca idea de si las cosas que hasta ahora he hecho son las mejores. Soy mamá B
Stay frosty.
ResponderEliminar