Crecer

Ella sostiene por primera vez, por voluntad propia, su pequeña sonaja y la lleva a su boca, algo que le había estado frustrando en pasados días debido a que no lo lograba. Yo muero un poco: Mi bebé está creciendo...

Mamá B

Y en mis entrañas comenzó a latir su corazón, literalmente, después de desearle durante años y haber renunciado a ello porque la elección de mis compañerxs nunca propició el evento, porque incluso creí mi interior desfavorable...

Después de muchos años de añoranza fallida me sumergí en un luto necesario: soñar insistentemente en algo que no sucedería era desgastante, así pues con dolor y resignación a cuenta gotas acepté que no podría ser madre.

Me ha sido difícil explicar cuán sorpresivo fue entonces mi embarazo y cuán mágica me resulta Trei: parece ser de otra dimensión y haber sido enviada tras revisar (por seres superiores) mi deseo incontenible de ser madre. Con todo ha sido difícil creérmela, porque en el luto ya había aceptado mi incapacidad para un embarazo y Julieta también se creía estéril, todo lo indicaba... 

Ahora estoy llena de extrañeza, miedo a perder o despertar, miedo a no darle lo que había planeado darle a un hije, miedo a que se me caiga o lastimarle, a ser insuficiente, a no estar eligiendo para ella lo que le es más conveniente. Pienso que todo este miedo se debe a que ya me había resignado y todos los planes que ya había desechado se han borrado completamente de mí, aunque sinceramente pienso a veces que estoy sacando estos miedos para evitar caer en el cliché este del que dicen que “nadie te enseña a ser padre”.

Ergo, aquí estoy, un poco perdida, con poca idea de si las cosas que hasta ahora he hecho son las mejores. Soy mamá B 

Quiero aprender

Quiero aprender a amarme como tu me amas
para verme con la mirada con la que tú me miras,
para poder aceptar que merezco lo que tú dices que yo merezco
para poder defenderme tal como tú me defiendes.


23 de noviembre 2015

Antes y después

Hay un antes y después de ti, porque en efecto después de ti nada volvió a ser igual:

*Ya no pude callarme, porque dolía. Mis palabras debían servir para algo si iban a ser pronunciadas, e iban a serlo.
*Ya no pude dejar de aprender, aunque lo intente. La puerta que abriste y por la que entraban los cuestionamientos fue demasiado grande, no pude cerrarla cuando quise y ahora que puedo cerrarla ya no quiero.
*Ya no pude bajar la cabeza, aunque a veces, por reflejo lo he hecho. Los recuerdos de nuestras vivencias son ahora lecciones: jamás podré volver a ceder a un chantaje, jamás podré volverme a sentir culpable por quien soy "en pareja"

23/ abril / 2016